EDITORIAL
LA POSICIÓN DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO
SOBRE LAS DECLARACIONES DEL DIRECTOR DE LA
ANIF
"No podemos tolerar la explotación de los trabajadores por parte de las empresas, con salarios insuficientes y mínima participación en beneficios, causado todo ello o no por la autofinanciación"
(Punto 25 del Ideario)
Por: LUIS FERNANDO LÓPEZ OSPINO
Secretario General
HERMANDADES - CENTRO DE BARRANQUILLA
hermanbaquilla@hotmail.com
El MOVIMIENTO DE LAS HERMANDADES DEL TRABAJO es una organización de trabajadores laicos de ambos sexos, que busca el encuentro de éstos con Cristo y con los demás seres humanos, luchando por su dignidad y derechos y creando obras sociales en su favor.
En reciente publicación del centro de estudios de la ASOCIACIÓN NACIONAL DE INSTITUCIONES FINANCIERAS (ANIF) publicó un informe donde indica que una de las principales causas de los altos niveles de desempleo en el país son los "sobrecostos empresariales".
"El aumento del salario mínimo para el próximo año no deberá superar el 3,5% dijo el presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, Sergio Clavijo.
El investigador quien tomó parte del seminario macroeconómico regional, sostuvo que "ser más generoso con el aumento del salario mínimo llevaría a un aumento del desempleo".
Clavijo sostuvo que la mano de obra en Colombia sigue siendo elevada y que los efectos de la Ley 1007, que reduce para los empresarios los costos no salariales, no se verán a corto plazo.
Sostuvo que un aumento exagerado del salario mínimo para 2020 afectaría el buen desempeño del sector industrial nacional.
Según el diagnóstico del centro de estudios la situación actual del mercado laboral obedece a una pobre absorción de la mano de obra, a la presión que ha ejercido la llegada de más de 1,6 millones de venezolanos y los altos costos laborales.
Sobre este exabrupto HERMANDADES DEL TRABAJO expresa su opinión enfocado en defender los derechos inalienables del trabajador.
Empezaremos por recordar estos derechos:
- Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
- Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por igual trabajo.
- Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, y que será completada, en caso contrario, por cualesquiera otros medios de protección social.
- Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.
Queremos destacar un breve resumen para entender y reflexionar lo dicho por San Juan Pablo II en su encíclica "Laboren Exercens":
"La Encíclica va más al fondo, llega al corazón del concepto mismo del trabajo humano. En lugar de trazar un modelo ideal, Juan Pablo II ayuda a comprender lo que ha acontecido y sigue aconteciendo en la historia, de qué modo puede el hombre transformarse con su trabajo, hacerse más hombre. Además Laborem Exercens muestra cómo los socialismos tratan a los seres humanos como instrumentos de producción y no como personas-sujetos de trabajo. Por otra parte, en los liberalismos se les trata como mercancía sujeta al mercado de la oferta y la demanda. Con la proletarización de los intelectuales y su desempleo, se incrementa el problema social.Enfatiza los elementos de una espiritualidad del trabajo: los seres humanos comparten sus actividades con la acción de Dios; el trabajo imita la acción de Dios y otorga dignidad al trabajador. Nuestro Señor Jesucristo fue un hombre de trabajo. Hay en la Sagrada Escritura muchas referencias al trabajo; el Concilio Vaticano II dice que: el trabajo es necesario para el progreso terreno y para el desarrollo del Reino".
Hoy Colombia atraviesa momentos muy aciagos en que nuestros hermanos trabajadores se ven amenazados por esta clase dirigentes que obligan a que renuncien a sus pírricas prestaciones sociales liquidadas con base en el salario mínimo legal decretado por el gobierno de turno.
Preguntamos si el presidente de ANIF y sus subalternos podrían vivir tan solo un mes con el sueldo de $877.802 (+ $102.853 del subsidio de transporte). ¿Les alcanzaría este salario?
Por todo lo aquí expresado elevamos nuestra
protesta y exigimos para nuestros hermanos trabajadores una mayor justicia
social, un trato más humano y una remuneración salarial que le permita sufragar
los gastos para él y toda su familia.
UN GRAVE PROBLEMA
(Tomado del periódico EL TIEMPO)
Sin temor a equivocación se puede afirmar que el problema más grave que tiene Colombia es el desempleo. No sólo por los datos que muestran las estadísticas, sino por la creciente informalidad -según la información disponible, se ubica entre los países que más padecen este fenómeno-, el frente laboral es el que muestra el peor desempeño y, sobre todo, la tendencia más negativa. Lejos está de haber asimilado el principio que dice: "el acceso al empleo constituye uno de los principales mecanismos de inserción social"
Por: GABRIEL ROSAS VEGA
Aunque se haya convertido en un lugar común, es preciso repetir una y otra vez que el empleo es la principal fuente de ingreso de los hogares, porque permite la adquisición de bienes y servicios que hacen posible a sus miembros aspirar a un nivel de vida acorde con sus patrones culturales.
Pero, además, cuando tiene lugar en el ámbito formal, se puede participar en el sistema de previsión social (salud y pensiones), estructurado para que el trabajador y su familia puedan hacer frente a las situaciones imprevistas y tengan una vida digna una vez que se jubilen.
No obstante, ahí no paran las cosas; el acceso al empleo representa para el individuo su canal de inserción en el esfuerzo colectivo de creación de riqueza económica y cultural. De esta manera, la insuficiencia del empleo se traduce en grave menoscabo de la integración y protección social y de la realización de capacidades humanas, así como en un marcado deterioro de la autoestima individual y colectiva. Y por si hiciera falta algo más, cuando se convierte en un fenómeno prolongado o sistemático para ciertos grupos, debilita seriamente la cohesión social en torno al proyecto colectivo y mina los conductos democráticos de participación. Los gobiernos populistas con inclinaciones dictatoriales, son la consecuencia más evidente de este delicado asunto.
Si así son las cosas; la pregunta obligada es, entonces: ¿cómo encarar el problema? Siguiendo a los especialistas en estos menesteres y dando por descontado que los temas gruesos -crecimiento económico, educación, desarrollo tecnológico, brechas salariales- hacen parte del inventario de cuestiones que se deben abordar, vale anotar que tres son los principales obstáculos que entraban el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas, sector fundamental para encontrar las soluciones: la carencia de financiamiento apropiado; la dificultad de acceso a conocimientos tecnológicos y gerenciales, y los canales inadecuados para la comercialización de sus productos.
En vista de su importancia como fuentes de empleo y la elevada incidencia en la generación de ingresos para los hogares más pobres, deben desplegarse formas muy activas de políticas públicas a favor de este sector. El principal objetivo de la política y de los servicios que se provean es establecer condiciones más estables de producción y de empleo, que favorezcan la acumulación de conocimientos. El apoyo a las microempresas para mejorar su posicionamiento en las cadenas productivas, fortaleciendo su interrelación con los proveedores de distintos bienes e insumos, hace parte de la estrategia.
Otra área importante, es el establecimiento de redes de apoyo que permita a estas empresas incorporase a los procesos de modernización. El acceso a la financiación, en particular al crédito, es factor clave que debe ser atendido en forma prioritaria. Aunque existen otros campos para la acción, no entro en mayores detalles por razones de espacio.
'' La insuficiencia del empleo se traduce en grave menoscabo de la integración y protección social y de la realización de capacidades humanas, así como en un marcado deterioro de la autoestima individual y colectiva".
SAN JUAN PABLO II Y SU APORTE A LA DOCTRINA
SOCIAL DE LA IGLESIA
Conozcamos la última entrega de este especial sobre la DSI desde la contribución del Papa Juan Pablo II
Por JOSÉ ARCIEREI PEÑATE
Comisión de la Animación Bíblica de la Pastoral josearcierip@yahoo.es
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En la encíclica Sollicitudo Rei Socialis a los 20 años de la Populorum Progressio de Pablo VI, el Papa analiza los aspectos positivos y negativos de los cambios ocurridos desde la publicación de la encíclica, en el campo social y especialmente en lo que atañe al problema del subdesarrollo, y encuentra que el saldo del análisis es lamentablemente negativo y dice "las esperanzas de desarrollo... aparecen hoy lejanas de su realización" (SRS 12), ya que un desarrollismo un tanto ingenuo imaginaba que la industrialización resolvería los problemas del subdesarrollo y subestimaba las dificultades de todo el proceso de industrialización tardía.
Y habla no ya de un tercer mundo sino de un cuarto mundo por debajo de los países del tercer mundo, en los cuales la brecha se ha ampliado y hoy constituye un abismo, Otro aspecto negativo se refiere a la deuda externa, el cual ya había sido objeto de un documento muy lúcido de la Comisión Pontificia de Justicia y Paz. El tercer aspecto es la carrera armamentista en sus múltiples aspectos.
También toca el problema de la crisis habitacional, el desempleo creciente, el de millares de refugiados, el analfabetismo, las diferentes formas de opresión y explotación, tanto sociales como económicas, políticas y hasta religiosas, de la persona humana y sus derechos; las discriminaciones de todo tipo, especialmente la más odiosa de todas, la que se funda en la diferencia de raza.
Son muchos los temas abarcados y termina haciendo un llamamiento a la solidaridad de las personas y de los pueblos y afirma que la "solidaridad es el nuevo nombre de la paz".
En la encíclica Centesimus Annus, promulgada el primero de mayo de 1991, a los 100 años de la Rerum Novarun, el Papa hace una relectura de la primera gran encíclica social y nos invita a mirar hacia atrás al contexto social de fines de siglo XIX y hacia los principios fundamentales que promulgó. Mirar alrededor para ver las recientes cosas nuevas y mirar hacia el futuro, hacia la llegada del tercer milenio.
El mirar alrededor permite ver las recientes cosas nuevas del siglo XX, comparadas con las cosas nuevas con las cuales se enfrentaba León XIII. Entre
las cosas nuevas se asiste al derrumbe del sistema comunista de la Unión Soviética, lo que reveló las injusticias y opresiones que se practicaban en ese Segundo Mundo, y que nos mostraron que esa Revolución también fue traicionada.
Este derrumbe significó el término de las tensiones que dividían al mundo en dos grandes polos hegemónicos, que los llevó a una loca carrera armamentista que puso en peligro la existencia misma del mundo. Pero la evolución del Segundo Mundo y la guerra del Golfo Pérsico tienen como resultado la hegemonía del Primer Mundo, que con la derrota del socialismo marxista cree que ha llegado el fin de la historia y que el neoliberalismo capitalista es la solución a todos los problemas del hombre.
Pero esta ideología está atada a la falsa concepción de la dignidad humana que confunde libertad con libertinaje y vuelve al ser humano víctima fácil del consumismo. Ya decía Pablo VI, en el discurso de clausura del Concilio Vaticano II, "Dos antroprovisiones se presentan como alternativas para inspirar el ethos de la civilización planetaria, la religión del Dios que se hace hombre, se ha encontrado con la religión, porque tal es, del hombre que se hace dios".
Esto nos lleva a elevar al marxismo el amor propio hasta el desprecio de Dios y del prójimo y al afianzamiento ilimitado del propio interés y no se deja limitar por ninguna obligación de injusticia (CA 17). El consumismo, como forma sofisticada del egoísmo, destruye los lazos de solidaridad y estimula, por la búsqueda desmedida de la ganancia, a una agresión al medio ambiente, provocando la gran amenaza de destrucción ecológica (CA 37), el ejemplo más perverso de este consumo artificial no orientado a satisfacer las necesidades del hombre, es el consumo de la droga (CA 36).
Y este mirar alrededor encontramos a los países del Tercer Mundo "más que nunca ante la dramática situación del subdesarrollo, que se hace cada día más grave" (CA 42).
Y mirar hacia el futuro, "es mirar orientado hacia la venida del Tercer Milenio, cargado de incógnitas y promesas" (CA 3). La humanidad tiene conciencia de estar a punto de cerrar un ciclo de su historia, en el balance de las dos grandes revoluciones traicionadas: la revolución en nombre de la libertad que se consumió en una inmensa iniquidad social, y la revolución en nombre de la igualdad que se consumó en una intolerable opresión, precisamente de aquellos a favor de los cuales se había hecho.
Ni el liberalismo capitalista ni el socialismo marxista correspondieron a la gran esperanza de la humanidad. Por consiguiente, sería una insensatez, dice el Papa, (CA 42) imaginar que, con la evolución del Este Europeo, el capitalismo sea la única alternativa.
Juan Pablo II, transmite la convicción de que ha llegado el momento de hacer que la humanidad comprenda que el camino para el tercer milenio debe buscarse más allá de los sistemas económicos, pues estos no poseen criterios éticos para sus opciones. La opción es invertir en una cultura, y la gran opción debe ser el hombre en la plenitud de su dignidad de hijo de Dios, redimido por Cristo.
San Juan Pablo II
Y la Doctrina Social de la Iglesia
Por JOSE ARCIERI PEÑATE
Comisión de Animación Bíblica de la Pastoral
josearcieripe@ yahoo.es
Siguiendo la formación de los aportes de los Papas a la DSI, exponemos la primera parte de la contribución magisterial de este Sumo Pontífice.
Con Juan Pablo II (1978-2005), crece teológicamente la Doctrina Social de la Iglesia. Fue fecundo en documentos sociales, y no solo en encíclicas sino en discursos pronunciados a lo largo de numerosos viajes, especialmente los pronunciados en América Latina.
Sus encíclicas Redemptor Hominis (1979), Dives in Misericordia (1980), Laborem Exercens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987), y Centesimus Annus (1991), van en línea de una actualización del Concilio Vaticano II.
Su contribución a la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), es tan vasta y profunda, que es preciso resumir señalando los valores más abordados por el Papa: los derechos humanos, pues, "no es por oportunismo ni por afán de novedad que la Iglesia, experta en humanidad, es defensora de los derechos humanos. Es por un auténtico evangelio, el cual, como sucedió con Cristo, es un compromiso con los más necesitados" (Discurso inaugural de Puebla).
Los derechos del trabajador se inscriben en los derechos humanos en la Laborem Exercens, y se relacionan íntimamente con la Paz, cuya realización preocupa al Papa, y según sus palabras en la RH 17, "en definitiva, la paz se reduce al respeto de los derechos inviolables del hombre".
La Verdad, otro de los valores en los que insiste, recordando que la verdad nos hace libres e insiste en impregnar en ella toda la vida de los pueblos. La justicia y la misericordia son valores que se complementan y "en un mundo del que se eliminase el perdón, sería solamente un mundo de justicia fría e irrespetuosa, en nombre de la cual cada uno reivindicaría sus propios derechos respecto de los demás..." (DM 14).
La solidaridad entre las personas y los pueblos, es un planteamiento claro que encontramos en la Sollicitudo Rei Socialis.
Algo marcado es su acercamiento a los hombres, antes que el planteamiento de soluciones dogmáticas para sus problemas sociales. De esto son testigos sus numerosos viajes para entrar en contacto con las diferentes iglesias locales, conocer su problemática y aportar su presencia a los lineamientos que le parecen oportunos según los sistemas y culturas de los lugares visitados.
Es claro en llamar a la acción de los laicos ante la problemática particular en que viven "Pero no piensen que sus pastores están siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solución concreta en todas las cuestiones, aún graves, que surjan. Cumplan más bien los laicos su propia función con la luz de la sabiduría cristiana y con la observancia de la doctrina del Magisterio".
En la Laborem Exercens, insiste que el trabajo humano es la clave esencial de toda la cuestión social, si se trata de ver esto desde el punto de vista del bien del hombre. (LE 3), El criterio fundamental es que "El sujeto propio del trabajo es el hombre" alrededor del cual han de ser estudiadas diferentes situaciones del trabajador contemporáneo.
En la segunda parte determina la distinción entre trabajo objetivo y el trabajo subjetivo y denuncia la inversión de valores que se ha presentado en los sistemas orientados por el economicismo y el materialismo, en los cuales la dignidad del trabajador se pierde al ser considerado como mercancía o instrumento de producción.
Analiza las nuevas situaciones e insiste en que "son necesarios nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo" (LE 8) y que a pesar de la fatiga que conlleva, el trabajo es un bien para el hombre, la familia y la sociedad.
La tercera parte analiza los conflictos entre el trabajo y el capital, y afirma categóricamente la prioridad del trabajo sobre el capital.
Monseñor Pedro Rubiano Sáenz al analizar esta parte de la encíclica dice "Ambos sistemas se encuentran en el mismo punto de partida y de llegada: el materialismo práctico del economicismo".
El Para basado en la DSI, se inclina por las "propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión y/o en los beneficios de la empresa, al llamado accionario del trabajo y otras semejantes" (LE 14).
La cuarta parte titulada Derechos de los hombres del trabajo, muestra al trabajo como fuente de derechos y deberes analizándolo en el "amplio contexto del conjunto de los derechos del hombre" (LE 16), y estudia con especial atención problemas como el desempleo, una justa remuneración que contemple el salario familiar y permita la revalorización social de las funciones maternas; la importancia de la unión y la solidaridad sindical en la que se practique la lucha por la justicia social, como una lucha a favor del bien y no contra los demás; el trabajo de las personas minusválidas; la urgencia y el respeto por el trabajo agrícola y la igualdad de derechos de emigrantes.
Hay un aspecto novedoso en el contexto y habla del empresario directo y el indirecto, critica a los sistemas imperantes, replanteamiento de la política laboral, sentido cristiano en el problema de las dependencias, internacionalización del marco del trabajo humano y apertura del mundo del trabajo.
La quinta parte habla de la espiritualidad del trabajo, y desarrolla temas como que el trabajo es una participación de la obra del Creador, que el trabajo debe ser a imitación de Cristo, hombre de trabajo, y debe mirarse como colaboración en la Redención y la instauración del Reino de Dios.
(Continuará).
ES EL TRABAJO UN CASTIGO DIVINO?
Por Jorge Rafael Salazar Ramírez Presidente Hermandades del Trabajo - Centro de Barranquilla hermanbaquilla@hotmail.com
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La popular canción del negrito del batey entonada por Alberto Martínez y la Sonora Matancera nos plantea un paradigma popular, y es "que el trabajo lo hizo Dios como castigo"; un castigo que debemos tener por cometer el pecado original. Y es que según lo que nos han enseñado a través del Génesis: Adán y Eva vivían en el paraíso sin hacer nada, sin tener que trabajar, pero al haber desobedecido al Señor no solo fueron expulsados de éste, sino que desde ese día fueron condenados a "ganar el pan con el sudor de su frente".
Esta forma de ver el trabajo la cual tenemos arraigada desde la instauración del cristianismo, no ha hecho ningún bien a la sociedad; ver el trabajo como un castigo es igual a decir que nuestros sitios de trabajo son lugares de tortura a los que "voluntariamente" vamos todos los días durante ocho horas. Esta pobre visión no permite que desarrollemos nuestro potencial y por el contrario veamos la jubilación como la ansiada libertad para nuestra vida.
Por ello debemos desmitificar la idea del trabajo castigo. Si vamos a la biblia en el libro del Génesis (2:15) se nos narra que Yahvé puso a Adán en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, con esto desmitificamos el primer paradigma de que Adán no hacía nada en el paraíso. Ya que cultivar la tierra es uno de los primeros trabajos realizados por el ser humano para sobrevivir.
Pero es con Jesús, que Dios nos envía un mensaje claro y contundente sobre la naturaleza del trabajo, al nacer en el hogar de un carpintero, el Hijo de Dios conoció desde niño lo que era trabajar, y lo que es ganar el pan con el sudor de su frente. Pero además Él toma el mundo del trabajo para contar sus historias y así poder evangelizar, la mayoría de estas tenían que ver con la pesca, la agricultura, la ganadería, y esto lo hacía porque eran historias comunes con la realidad de quienes lo escuchaban, gente común que trabajaba día tras día que
no solo comprendía el mensaje a través de los ejemplos, sino que se identificaba con Cristo pues este demostraba conocimiento de su realidad.
En su encíclica Laborem Exercens, el papa Juan Pablo II nos cuenta que Jesús mira con amor el trabajo, sus diversas manifestaciones, viendo en cada una de ellas un aspecto particular de la semejanza del hombre con Dios, Creador y Padre nuestro.
Debemos pues dejar de ver el trabajo como un enemigo, como un castigo, el trabajo es la experiencia que permite a la persona humana, alcanzar todo su potencial, refuerza la autoestima, permite y estimula la interacción social, posibilita el logro de metas y sueños.
Generalmente, la Iglesia ha derivado el derecho al trabajo del derecho a la vida. Defender éste y olvidarse de aquél sería puro verbalismo, dado que la forma habitual de conseguir los medios necesarios para vivir es el ejercicio de una profesión. Por esto León XIII proclamó ya en 1891 para todo hombre <<el derecho a buscarse cuando sirve al sustento de la vida (...) con su trabajo>> (Rerum novarum, 32).
Pío XII, citando a León XIII, recordó que "al deber personal del trabajo impuesto por la naturaleza corresponde y sigue el derecho natural de cada individuo a hacer del trabajo el medio para proveer a la vida propia y de los hijos".
Y en la misma línea se expresó Juan XXIII: <<La misma naturaleza ha conferido al hombre el derecho no sólo a que se le ofrezca trabajo, sino también a que él lo elija libremente. (...) De un modo especial se ha de poner de relieve el derecho del obrero a una retribución del trabajo determinada según los criterios de la justicia y, por lo tanto, que, atendidas las posibilidades de la riqueza, sea suficiente para que el trabajador y su familia se mantengan a un nivel de vida que responda a la dignidad humana>> (Pacem in terris, 18-20).